Abril tiene 14 años y como se aburría en pandemia, empezó a criar “gallinas felices”, que pastorean de día y de noche van al gallinero. Se inició como avicultora comprando diez. Ahora, tiene 800 y vende los huevos en su pueblo.
Villa Mugueta es una pequeña localidad agrícola del sur de Santa Fe en la que viven unas 2.500 personas. Entre ellas, Abril Tolentino, una joven de solo 14 años que en tiempos de pandemia, como se aburría de tanto encierro, les dijo a sus padres que quería comenzar a criar gallinas. Se inició como avicultora comprando diez, luego 20 y al cabo de poco más de un año de trabajo, ya tiene 800 gallinas.
La presentaron como “la productora agropecuaria más importante del pueblo” y quizás, tienen razón. En esta zona de chacareros, ubicada muy cerca de Alcorta, donde en 1912 se originaron las revueltas de arrendatarios, que dieron origen a la Federación Agraria Argentina (FAA), es muy difícil encontrar casos de un crecimiento tan rápido. Por supuesto, que Abril contó con ayuda de sus vecinos y su propia familia.
Empezó en la pandemia
“Todo empezó en la pandemia. Se me ocurrió a mí que quería criar gallinas y me dijeron que sí. Primero habíamos comprado 10, luego 20, en el medio hicimos calabazas y con la plata que juntamos compramos otras 30, y bueno… Empecé así. Ahora tengo 800 gallinas”, contó Abril, que siempre vivió en Villa Mugueta pero ahora, estudia en la Escuela Agrotécnica 327 de Bigand, el pueblo vecino.
La pequeña emprendedora le puso a su empresa el nombre MEVA, una sigla formada por las iniciales de su hermanito, su padre, su madre y el suyo propio al final. Las gallinas las cría en el campo familiar, donde había un pequeño gallinero, al que debía ampliar al ritmo en que crecía su stock de ponedoras. Las gallinas pastorean de día, pero a las noches hay que encerrarlas por temor al ataque de los depredadores. Abril hace una mueca, al reconocer que por esos ataques ha perdido muchas de sus aves.
Gallinas felices
Los huevos “de gallinas felices” que produce Abril son vendidos en maples por económicos 300 pesos (en la ciudad de Buenos Aires pueden llegar a cotizar al doble en los circuitos más acomodados). Están cuidadosamente empaquetados y tienen hasta etiqueta. Abril contó que junto a sus colaboradores pesa uno por uno para clasificarlos por tamaño, y los limpia. Por ahora, no tiene una calibradora que le haga más sencillo ese proceso.
No todo fue fácil. El emprendimiento de Abril debió recurrir estos meses, algunas veces, a los subsidios (en esta caso, de sus propios padres), para hacer frente al elevado precio del alimento balanceado con el que complementa la alimentación de sus gallinas. Recordemos que el maíz -el principal insumo de los avicultores- ha subido más del 100% de precio en medio de la pandemia. Eso descoloca hasta a los empresarios más audaces.
Otra tarea que asumió Abril con ayuda de su familia ha sido la comercialización de los huevos que recoge todos los días, y que van a comenzar a crecer en cantidad, ahora que asoma la primavera. La mayoría los vende entre familias amigas de Villa Mugueta y otros pueblos de la zona, pero se los han encargado desde Rosario. Así se empieza.