Grieta, pandemia y una economía que no remonta: se largó la campaña

El doloroso tránsito de la pandemia, que acumula más de 100.000 muertos y una incertidumbre cargada de tensión sobre los tiempos de su desenlace, enmarcará desde hoy el arranque de una nueva campaña electoral que se anticipa -una vez más- dominada por la competencia binaria que desde hace años estructura la escena política argentina bajo el paraguas de ‘la grieta’.

Ni el feroz impacto del colapso sanitario ni los esfuerzos de tibios espacios alternativos han logrado aún en estos tiempos romper esa robusta lógica dicotómica ni articular con éxito cierta demanda social por la construcción de una configuración política diferente. La dialéctica de dos bancos únicos y fortalecidos sigue ‘vivita y coleando’.

También para la oposición agrupada en el concierto de Juntos por el Cambio la instancia electoral se presenta como una contienda clave en su apuesta por volver a ser una alternativa cierta de poder. Y en esa búsqueda, deshacerse del lastre que la frustrada gestión de Mauricio Macri le imprime aún al espacio y a la vez parir un liderazgo alternativo con capacidad de garantizar la armonía de la coalición entre el radicalismo y el PRO emergen como propósitos ineludibles.

A partir de la definición y el sentido del armado de las listas que competirán en las PASO y en las generales de noviembre se comenzará a dilucidar hasta qué punto los objetivos de unos y otros podrán salir airosos. Y no es menor que del resultado electoral brotará la futura distribución de poder en el Congreso con efecto directo para la gran apuesta política de 2023: la revalidación del proyecto oficialista o el fortalecimiento de la alternativa opositora, salvo que todo siga igual como hasta ahora.

Es evidente que el Gobierno no la tiene nada fácil. La tensa negociación de las listas puertas adentro del multifacético espacio oficialista ya aportó sus propios condimentos porque la resolución de los sectores bendecidos y de los desplazados tiene un correlato directo con las aspiraciones del FdT en el corto y mediano plazo. Lejos de ser inocuo, ese proceso resulta casi constituyente.

Tampoco la gestión de la pandemia le ofrece a Alberto Fernández una solución mágica para transitar con paciencia y relativo éxito el tiempo preelectoral. Las polémicas que se suceden en torno al plan de vacunación, la gran apuesta que la Casa Rosada había imaginado como eje de su campaña, le reportan más dolores de cabeza que alegrías pese a los reconocidos avances de las últimas semanas.

Y de la economía por ahora mejor no hablar. Las dificultades para contener la suba de precios son palpables, mientras el consumo se mantiene planchado, los niveles de recuperación de la actividad no logran consolidarse y se recalientan las demandas de ingresos de asalariados y sectores vulnerables. Desde el Gobierno se entusiasman con algunos datos alentadores de cara al segundo semestre y particularmente en las semanas previas a las primarias, pero en el fondo persiste la discusión acerca del modelo económico que divide aguas en la coalición desde el mismo momento de su desembarco en el poder.

El debate entre la conveniencia de privilegiar el gasto social para atender a los sectores más vulnerables, parte significativa de su base social electoral, que impone el kirchnerismo y las necesidades de equilibrio que pregona Martín Guzmán en medio de la negociación con el FMI sigue tallando con fuerza en la interna oficialista reavivando la incertidumbre de empresarios e inversores sobre el sendero concreto de la política económica. Los ruidos retumban con más fuerza en el mercado cambiario, profundizando una inestabilidad que se hace carne ante el más mínimo de los movimientos.

El reto no es menor dentro para Juntos por el Cambio. El imperativo de exorcizar el fallido final de la gestión Macri por los términos del deterioro de la economía y sus efectos sobre importantes sectores sociales es la gran apuesta de la coalición para poder recomponer lazos con buena parte del electorado.

En esa búsqueda juega sus cartas a fondo Horacio Rodríguez Larreta, decidido a convertirse en la personificación del proceso de reconstrucción opositora. Logró dar el primer paso al imponer su lógica sobre los mandatos macristas en la conformación de las listas bonaerenses y porteñas. Un triunfo opositor en noviembre lo podría colocar en un lugar inmejorable en la largada para la carrera presidencial de 2023. Una derrota obligará a barajar todo de nuevo.

Fuente: cronista.com

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