“Mamá, tengo que contarte algo terrible”: la misteriosa desaparición de una médica de Montes de Oca y el enigma de por qué morían los pacientes de ojos claros

Cecilia Giubileo tenía 39 años cuando la vieron por última vez en el hospital neuropsiquiátrico. Su tía Inés Lanzetti reveló qué la atormentaba esa noche de 1985. “Ella estaba investigando el tráfico de órganos en la Colonia, esa fue su perdición”, aseguró.

“Mamá, tengo que contarte algo terrible”: la misteriosa desaparición de una médica de Montes de Oca y el enigma de por qué morían los pacientes de ojos clarosEl 16 de junio de 1985: el día que desapareció Cecilia Giubileo y nació el enigma.

El 16 de junio de 1985, la doctora Cecilia Giubileo hizo su última guardia en el Hospital Neuropsiquiátrico Colonia Doctor Domingo Cabred de Torres, también llamada Colonia Montes de Oca, ubicada a unos diez kilómetros de la ciudad de Luján. Esa noche fría, en un tramo de 500 metros, que eran los que separaban el Pabellón 7 donde había atendido a un paciente de la casilla médica en donde iba a pasar la noche, simplemente desapareció.

Pasaron 36 años y varias hipótesis de sobra, pero el misterio permanece intacto y ya nadie la busca. “Ella estaba investigando el tráfico de órganos en la Colonia, esa fue su perdición”, aseguró su tía, Inés Lanzetti, .

Giubileo tenía 39 años cuando la vieron por última vez. “Andá tranquilo, yo voy a descansar Miguel”, le dijo esa noche a un interno que la había acompañado hasta el dormitorio médico antes de que un detalle, que en ese momento pasó como anecdótico, la sorprendiera. “Uy, yo dejé cerrada la puerta y está abierta”, contó Inés que fueron sus palabras, según relató después ese paciente. Entonces, razonó: “Alguien la estaba esperando adentro”.

A las 21.45 la mujer había firmado el libro de entradas del establecimiento. Al día siguiente, 17 de junio, fueron a buscarla por la mañana y ya no estaba. Curiosamente, sin embargo, la cama estaba tendida como si nadie la hubiese usado esa noche, los zapatos marrones de la doctora guardados debajo de la mesa de luz como solía dejarlos y su auto, un Renault 6 verde claro, seguía afuera en la puerta donde ella lo había estacionado.

La desaparición de Cecilia Giubileo, el misterio del “fantasma de Open Door”
La casa médica guarda desde entonces la verdad del caso Giubileo, o el “fantasma de Open Door”, como la llamaron también en algún momento. Lo cierto es que su desaparición se convirtió con el paso de los años en uno de los mayores enigmas de la historia policial argentina. Se investigó su vida sentimental, se pensó en un secuestro, también que se había fugado por su propia voluntad y hasta que se había unido a una secta. La explicación más simple, más allá de todas las especulaciones, era pensar que si ella desapareció en ese lugar tenía que estar en ese lugar.

Cecilia Giubileo tenía 39 años cuando la vieron por última vez. “Andá tranquilo, yo voy a descansar Miguel”, le dijo esa noche a un interno que la había acompañado hasta el dormitorio médico.

La noche anterior a su desaparición Giubileo llamó a su casa. “Mamá, tengo que contarte algo terrible”, relató Inés, que su sobrina le dijo a la madre. Pero la llamada se cortó y ya no pudieron volver a comunicarse con ella. “Mi hermana estaba desesperada, hasta le mandó un telegrama a Cecilia para saber qué pasaba”, sostuvo la mujer, que actualmente es el único familiar con vida de la doctora desaparecida. Ese mensaje, por supuesto, no tuvo respuesta.

Entre todas las irregularidades que por aquella época ensombrecían el asilo que había sido creado por el doctor Cabred a principios del siglo XX para alojar y curar a enfermos mentales pobres, la tía de Giubileo sostuvo que había un detalle en particular que a su sobrina le llamaba mucho la atención. “Las personas desaparecían ahí adentro, pero especialmente los pacientes que tenían ojos claros”, señaló.

Giubileo había empezado a investigar. Ablación de órganos, tráfico de órganos, tráfico de córneas, la doctora hacía preguntas y tal vez hubiera visto más de lo que le convenía ver. En el último tiempo que tuvieron contacto con ella, recordó su tía, se la notaba nerviosa. “Incluso, cuando se iba a dormir colocaba la cama pegada a la puerta, como trabándola”, reveló, y apuntó después: “Tenía miedo de que alguien entrara”. Pero sus precauciones cada vez que volvía al departamento que ocupaba en Luján, no fueron suficientes para protegerla también en el interior de la Colonia.

La última noche de Cecilia Giubileo en la Colonia Montes de Oca
“Todas las noches había cuatro médicos de guardia”, precisó Inés sobre la rutina del hospital neuropsiquiátrico. Sin embargo, la noche del 16 al 17 de junio de esos cuatro médicos habían faltado tres. “La dejaron sola a Cecilia con más de mil pacientes”, remarcó.

De acuerdo a su relato, desde la Colonia se comunicaron con ellos para informarles que había desaparecido recién cuatro días después. Antes de eso, cuando aún no habían transcurrido ni siquiera 48 horas de que a la única médica de guardia que tenían se le perdiera el rastro, el director de la institución decidió hacer una remodelación. “Pintaron la casilla médica”, dijo su tía con la voz cargada de desconfianza. Es que si alguna evidencia quedaba en ese lugar que pudiera servir para esclarecer el caso, había desaparecido debajo de varias capas de pintura blanca.

La casilla médica donde vieron por última vez a Cecilia Giubileo.

La familia luchó durante años para que la investigación no se cerrara, aunque mucho menos fue lo que les duró la esperanza de creer que Cecilia podía seguir con vida.

Inés afirmó convencida: “Yo creo que esa noche murió una paciente y que en la ambulancia que se llevó el cuerpo también sacaron a Cecilia”. “Por cualquier parte que paso pienso si ella estará enterrada ahí”, agregó con tristeza.

La investigación por la desaparición de Cecilia Giubileo
“Personalmente, no sé si es una opinión objetiva o un deseo en realidad, pienso que la doctora se retiró por su voluntad. Hizo abandono de guardia”, decía Florencio Sánchez, el director del Hospital de ese entonces, en una nota para Canal 13. Siete años después, él mismo y otros seis miembros de la plana mayor de Montes de Oca fueron detenidos por corrupción. Sánchez murió en la cárcel.

En otra entrevista de ese momento Marcelo Parrilli, el abogado que representó a la familia de Giubileo, subrayó: “La causa nunca fue caratulada como un delito. Siempre fue averiguación de paradero”. El letrado además cuestionó los 10 días que se demoraron para iniciar la investigación y, en consecuencia, la cantidad de pruebas que se perdieron.

Otro punto polémico en la causa fue la presencia de una ciénaga que había dentro del predio de 237 hectáreas que tenía la Colonia, en donde fácilmente se podían desaparecer cuerpos, tanto si habían sido víctimas de algo ilícito como si habían sufrido un accidente. Era el primer lugar en donde se creyó que podían estar los restos de la doctora, pero nunca se drenó “por cuestiones presupuestarias”.

Dos internos del neuropsiquiátrico fueron los únicos testigos del caso, pero aunque el dicho popular sostiene que “los locos y los borrachos siempre dicen la verdad”, sus testimonios no tenían validez judicial. Uno era Miguel, el interno que acompañó a Giubileo hasta su dormitorio la noche que desapareció. Cuando volvía a su pabellón, el paciente aseguró haber visto pasar dos autos de color oscuro ir en dirección a la casa médica.

La otra declaración la aportó una interna que unos días después de que a la doctora se la tragara la tierra fue encontrada desnuda y hablando incoherencias en una casilla rural. Tenía signos de haber sido abusada sexualmente, pero en su relato repetía que había visto a Giubileo “atada y golpeada” en ese mismo lugar.

A la doctora la buscaron policías, perros entrenados y hasta una parapsicológa en los túneles, sótanos y pabellones abandonados dentro del enorme predio que se volvió un laberinto sin salida. Pero Giubileo no apareció y no encontraron tampoco ni una sola pista. La causa judicial pasó por dos jueces y llegó a acumular 700 fojas. En el año 2000 prescribió y se cerró definitivamente.

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